que tropiezan al levantarse
que trepan hasta la cumbre
con el afán de no callarse.
Aquellos que desvelados fuman
en el balcon de los recuerdos,
de los que creen en el amór
y en ocasiones se cren muertos.
Que a pesar de sentirse grandes
arrullan fieles a su niño,
lo resguardo celosamente
pues lo aprisiono con cariño.
Soy tambien de los que imploran
a este cielo por un milagro,
esos que palabras cantan y soplan
con su tinta y papel en mano.
El milagro se ha dado...la magia ha comenzado
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