Días de Otoño.

Como extraño el instante
De aquellos días otoñales
Con la brisa del viento
Que empujaba el sudor,
El sabor de tu miembro
Encendido en mi boca
Tu pecho a mi pecho
Y unidos tu y yo.

Cuanto anhelo el perfume
Natural de tu cuerpo
Y el sabor tan salado
De tus labios también,
Esos mismos que hacían
Maravillas y glorias
Al posarse en mi sexo
Al hacerse entrever.

Y no olvido ese clímax,
Tan dramático enlace,
La explosión de los jugos
Deslizarse cual miel,
Lo que allí parecía
El final de ese juego
Era apenas comienzo
De un completo placer.

Ese marco me recuera.

Mientes desde dentro sin ser culpable
Dice Dios en ese verso mientras bebo;
-Mientes bien como es debido, así mi hijo
No me llores, eres tú por quien yo rezo.


Llego a casa y ese marco me recuerda
El por que de una gran trágica mirada.
Ruedan lágrimas de pena mientras grito
Hasta verla entristecerse ya callada.


Y el me escucha yo lo se, ella me ama
Ambos velan y por mi dan su plegaria,
Mientras yo teniendo todo me derrumbo,
Mientras yo cargando todo llevo nada.

El pinzón y el Lobo.

Vuela lejos, ave cantora
Que vive de su tristeza
Caminas entre las sombras
Siendo símbolo de pureza.

Desde aquella dulce noche
Te has dejado decaer
Sin aprecio a vuestras alas
Lloras al amanecer.

Juega sucio y sin piedad
Con todas tus memorias
Queriendo disfrazar
Tu pasado de deshonras.

El sabe lo que buscas
No lo puedes engañar,
Tal vez dice lo que piensas
El lóbo no es tan natural.

INAUDIBLE.

Bajo el cobijo del placer

se hace inahudible

el motor de la ciudad

y sus arterias,

Ella no nesecita.

Otra poesia a la luna
ella no nesecita,
si no es amor o cariño
que cure su herida
esa que blanda marcaste
siendo apenas pequeña,
! no la mires así ¡

¿Puedes dejar que baile libre?
¿Que se sienta blanca
y amada?
Que su corona de rosas
lastime
a mas de algúna mirada.

Ladrones.

Suelen robarse voces,
voces que suelen teñirse negras,
rompen sin pudor su piél,
sin ganas,
sin almas que sientan pena.

Miran al cielo correr
y solas
ursurpanel trono dorado
en el que antes posaba Dios
ahora un tirano verde tostado.